UN LIO PARA EL ESPECTADOR

En el circling, gana quién logra hacer los giros más cerrados sin perder velocidad.

El resultado fue una significativa sofisticación de la regata hasta tal punto que el match-race ofrece un espectáculo a priori incomprensible para el regatista clásico: antes de la salida lo unos contra los otros se persiguen con especial agresividad como buscando el abordaje, se gritan hasta la afonía, levantando banderas, se precipitan contra los barcos de los espectadores  y realizan  una danza en círculo que más recuerda a una ceremonia derviche que a una estrategia pre-salida de una regata a vela. Los regatistas se han convertido en auténticos especialistas del ataque, y de la defensa aspecto que se vuelve más decisivo que la propia  velocidad del barco.

Un aspecto que añade confusión al match-race es que las competiciones comienzan con unos round-robins frenéticos, con regatas que sólo duran unos 25 minutos pero con salidas consecutivas cada cinco; por lo que hay momentos en que están regateando cuatro parejas de barcos simultáneamente. Esto llega a crear tal lío en la mente de los espectadores que al cabo de media hora del comienzo de la competición no consiguen, ni con la ayuda del Speaker, enterarse de lo que esta pasando.

Sin embargo, los round-robins suelen realizarse los días laborables, en los que la asistencia de público es muy reducida. En las semifinales y, por supuesto, en la final, que recaen en el fin de semana, la atención del numeroso público puede centrarse en una única pareja de barcos.

El resultado ha sido que el match-race es terriblemente emocionante pero sólo los entendidos logran disfrutar realmente de la sutilísima lucha que se establece en el agua. Esto es un arma de doble filo cuyos efectos negativos intentan contrarrestar la IYRU y los organizadores de regatas, no sólo mediante la utilización de persuasivos y pedagógicos speakers sino también con una mediatización intensiva y desdramatizadora.

Las situaciones de conflicto se llevan siempre al límite

El resultado no ha sido todavía el esperado pues el match-race, como espectáculo, añade más maniobras crípticas al ya de por sí complicado discurrir de una regata de vela para el gran público; éste observa maniobras magistrales sin entender muy bien el qué y el cómo de lo que ha sucedido. Si a menudo los árbitros no son capaces de discernir estando en el agua ¡Imaginemos los espectadores! Vamos a continuación a explicar las principales peculiaridades del match-race que constituyen la base para la comprensión de lo que sucede en el agua; maniobras que implican un alto grado de maestría y sitúan la lucha de la regata a un nivel que eleva el deporte de la vela a una categoría intelectual cercana al ajedrez, si se permite la exagerada extrapolación.